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(para ti)

Era de noche, como siempre en mi vida, sentado en al mesa de un bar capitalino veo las paredes que me rodean en un segundo de distracción, luego de bajar la vista persiguiendo un miga que se escapo de la mesa, levanto la cabeza y me encuentro con su mirada. Sentada frente a mí, su sonrisa me embruja y el destello de sus ojos no me deja escapar. Es el momento, aquel momento esperado por tantos días, me acerco lentamente y por un momento titubeo, mi corazón salta en el pecho y mi cabeza gira y da mil vueltas absorbiéndome un remolino de ideas y sueños…

Pienso en los días sentados al sol, las noches calidas comiendo papas fritas, los viajes, los momentos durmiendo abrazados, las heladas noches caminando sin rumbo fijo y las cenas a la luz de las velas. Veo mil abrazos, mil besos, mil caricias y que mi corazón cada vez late más fuerte saliendo de mi pecho.

Ella y yo solos en un espacio incorpóreo donde siempre nuestros ojos se conectan, y en mi interior sé que ya no camino solo.

Son las sensaciones, el tiempo y las vivencias las que me hacen estar contento y feliz y lo que me mueve en la vida, es su compañía y sus palabras las que unen cielo y tierra.

Es con la certeza del futuro que vendrá, que luego de una tonta duda, la beso.