Goza como idiota.
Cada día mas me sorprende con la facilidad que la gente deja de divertirse como niño. Y me refiero en el amplio espectro del asunto. Dejan de mirar, descubrir, experimentar y finalmente reírse hasta con lo más elemental como si de eso dependiera la vida. Muchos más aun creen que hacer cosas que nos identifiquen como niños viene a destruir lo que somos como “adultos”.
Es simple pensar en no pisar las líneas de la calle o como alguna vez comente, el saltar las sombras de los buses que corren por las veredas, pero va mas allá, y muchas veces no entendemos lo profundo que es poder tener el don de mirar la vida desde la perspectiva de un niño. Para un niño no hay ambiciones mayores que tener o querer algo para pasarlo bien, aprender sin límites y muchas veces sin miedo. El poder ver siempre el lado positivo a las cosas y encontrar la mayor cantidad de usos a una caja de cartón.
Es que acaso la complicación máxima para nosotros tendría que ser para donde vamos y quién somos? Por qué no averiguar que sabor de helado nos pone felices o nos calma; o por que las pelotas que rebotan como locas nos hacen querer jugar independiente de la edad.
No sé qué diablos es lo que nos pasa, peleando en cada calle, queriendo prevalecer frente a otro, echando el auto encima o por solo una palabra estallar y dañar a otro. Que nos hace ser violentos, o es acaso esta ciudad que nos tiene enajenados ya casi a punto de explotar?
Entonces me viene a la cabeza la sonrisa de los niños que miran unas hojas cayendo o un perro cruzando la calle por la línea peatonal, el helado multicolor o finalmente el solo hecho de reírse. Es acaso una locura o un inmadurez reírse como loco en la calle si algo te hace gracia? Si el chiste es bueno o tan malo como para no parar?
En definitiva todo es actitud hacia la vida, si alguien es lo suficientemente serio, la verdad es que la vida nunca sonrie lo suficiente, hay veces en que haya que mirar el aldo bueno, por minimo que sea y apechugar como es debido, riase, hace bien.
Creo que deberíamos imitar más a los niños, reírnos y volver a reírnos una y otra vez y tomarse las cosas, al menos algo más a la ligera.