Tome mi bicicleta mientras recién salía de la casa y me invadió un fuerte olor a humedad, mire el cielo en busca de lo que tanto ansiaba, con solo las ganas de que una sola gota cayera en mi mejilla, frente, oreja, o donde fuera. "Tiene pinta de lluvia", dije con las esperanzas de que solo con mencionarla conjurara el hecho.
Sabía que debía llegar a mi casa, pero no en línea recta... con el viento en la cara y el olor a humedad llenándome los poros, me lance a la oscuridad de la noche buscando mi preciada agua, vague un rato por las desérticas calles llenas de frío y noche. Mientras tranquilamente pedaleaba sin ganas aun de llegar a casa, recorría las calles de los recuerdos. Debo ser una de las contadas personas que veneran el invierno como una de las estaciones preferidas, aquella donde quedar arropado con una sopaipilla o un café en la mano mirando por la ventana hacen una oportunidad mágica de conocer a alguien, de entablar una conversación o solamente de compartir la presencia de otra persona.
Mientras pisaba las hojas de otoño, se me venían a la memoria buenos recuerdos de invierno, de besos empapados protegidos por una cornisa amiga, de estar caminando por una playa mientras llovía y las gotas dejaban marcas en la arena o de estar comiendo un helado frente a un escaparate. Viendo los paraguas pasar en el paseo Estado desde un segundo piso, o tan solo con un café en la mano mientras que al lado se disfruta de una buena compañía.
A alguien le gusta patear o tan solo pisar las hojas que caen de los árboles en esta época? y disfrutar del sonido que hacen al caer?
Hoy en la noche tuve un poco de invierno en mi corazón y lo disfrute a concho, como si ya hubiera llegado, y si bien se que tal vez no llueva tanto este año, siempre habrá un rincón en mi corazón donde una nube me guarda el invierno por siempre.
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